A sólo 30 kms. de Sevilla, y sobre la última cota de importancia de los Alcores, dominando la dilatada Vega del río Corbones, está la ciudad de Carmona.
La fertilidad de la zona y la fácil defensa del cabezo sobre el que se asienta la ciudad, hizo de Carmona uno de los núcleos de población más importante de todos los tiempos.
Sus orígenes se remontan al Neolítico, habiéndose encontrado en sus alrededores ricos yacimientos prehistóricos.
Ciudad ibérica -uno de sus reyezuelos tuvo una muy activa participación en la segunda guerra púnica (218-202 a.C.)-, fue intensamente romanizada, llegando a tener el privilegio de acuñar moneda.
Por Carmona pasaba la Vía Augusta, usada y conocida durante la Edad Media con el nombre de El Arrecife, y de la que se conservan algunos restos y un puente de origen romano. La ciudad actual reproduce, con ligeras variantes, el plano urbanístico romano.
Fue, sin duda, este período uno de los más brillantes de la historia de Carmona. Sus huellas son perceptibles aún hoy. Las dos puertas principales del recinto amurallado (las de Sevilla y de Córdoba) son de factura romana. Pero el monumento romano más notable -único en su género- es la Necrópolis.
Carmona conservó su importancia durante la época musulmana. Incluso llegó a ser, durante los primeros reinos de Taifa, capital de uno de ellos. En 1247 se rindió a Fernando III el Santo, que la repobló y dotó de Fuero propio. Su hijo, Alfonso X el Sabio, realizó el Repartimiento y delimitación de su término municipal. En el año 1630 Felipe IV otorgó a Carmona el título de ciudad.
+ Info: Oficina de Turismo de Carmona